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miércoles, 16 de abril de 2014

Entrenando por el Campo Azálvaro y el puerto de La Lancha

Mi bici Macario junto al cartel del puerto de La Lancha
El perfil de la ruta de hoy
Esta mañana he salido a entrenar por uno de mis lugares preferidos: el Campo Azálvaro y el puerto de La Lancha. El primero es una zona de pastos sin apenas núcleos de población (sólo dos: Urraca-Miguel y Bernuy Salinero) que se extiende entre las localidades de El Espinar (Segovia) y Ávila capital. La carreterita que lo atraviesa es casi completamente recta y llena de repechos cortos pero empinados, muchos de los cuales se suben con el plato puesto. Siempre he pensado que nos pone fuertes a los ciclistas porque nos obliga, por su relieve, a hacer series y a recuperar entre ellas en la proporción justa. Otra cosa buena que tiene este camino es que un poco antes del kilómetro 17 (contando la distancia desde el instituto de El Espinar) hay un cruce con una carretera que lleva a un puerto por cada uno de sus ramales. Estos pasos de montaña son La Lancha y La Cruz de Hierro. No son ni muy largos ni muy duros, pero sirven estupendamente para entrenar, ya que no tienen apenas tráfico. Muchas veces subo uno, corono, bajo y luego la emprendo de la misma manera con el otro. El regreso al punto de partida se hace especialmente divertido tras llegar a unas ruinas que llaman "El Ventorro": desde ahí, y hasta tres kilómetros antes de El Espinar, hay unos diez de toboganes, en los que se puede dar rienda suelta al temperamento ciclista metiendo plato grande y piñón pequeño y tratando de ir a la máxima velocidad que se pueda alcanzar. No es una bajada ininterrumpida, ya que de vez en cuando surgen repechos, pero los que entrenamos por ella nos sentimos potentes al recorrerla (en cambio, al hacerla en dirección contraria, a la ida, siempre nos da la impresión de que ese día estamos yendo fatal). La entrada a El Espinar es, a partir de la fábrica de Siro, una cuesta de dos kilómetros, que acaba con las pocas fuerzas que nos suelen quedar al término del entrenamiento.

Hoy era el primer día de la temporada que salía por aquí. Las obligaciones laborales (con viajes y tareas diversas en el COSCYL) y la obligada recuperación tras la caída que sufrí el 23 de febrero no me han permitido volver por estos terrenos hasta ahora. Ni que decir tiene que tenía muchísimas ganas de entrenar por mi Campo Azálvaro. Por mis recorridos habituales salmantinos no encuentro apenas subidas como las de aquí, y me conviene hacer todas que pueda para trabajar uno de mis puntos débiles: la escalada.

Los prados estaban hoy surcados por un sinfín de arroyuelos, que en verano, y especialmente en tiempos de sequía, no suelen llevar apenas agua. El paisaje me resultaba muy distinto porque lo cubría un fresco manto verde, mientras que en la época estival el dorado de los pastos secos y la avena loca es lo que caracteriza al Campo Azálvaro, confiriéndole un aspecto algo inquietante e inhóspito, muy distinto de la impresión afable que presenta en primavera. Con el siguiente vídeo, el lector podrá hacerse una idea de cómo es esta zona en las distintas estaciones del año:

 

 Después de la subida hasta el Ventorro, que siempre se hace dura, me relajé todo lo que me permitió el vientecillo que soplaba de suroeste y pedaleé hacia el cruce, situado ya en territorio abulense. Una vez allí, me dirigí hacia las primeras rampas del puerto de La Lancha, que ha sido clasificado (muy generosamente tal vez) como de 2ª categoría. La ascensión se divide en dos tramos, separados por un descansillo, que baja más que llanea: el primero, hasta la entrada a la frustrada urbanización de "El Castillo", y el segundo, desde el puentecito de piedra que salva el río Tuerto hasta el parque eólico cercano a Navalperal de Pinares. Dos curvas antes del verdadero alto, hay una escalera de piedra, bien visible para el ciclista, que conduce a un manantial que tiene agua fresca aun en los rigores del estío y que es una de las poquísimas fuentes que se pueden encontrar por los contornos.

El embalse de Serones
Subí con un desarrollo fácil, sin forzar, ya que no quería quemarme, en previsión de que mañana pueda salir con alguna grupeta del Club Deportivo Caloco que me "estire el cuello", como decimos en el argot ciclista. La bajada la hice, como siempre, con precaución, ya que hay unas cuantas curvas sin visibilidad y no quiero sustos con los vehículos que suban en dirección contraria. Al llegar al cruce, no tomé el sentido hacia El Espinar, sino que torcí hacia la izquierda para hacerme algunos kilómetros extras. De mis compañeros del club he aprendido a completar las salidas yendo hasta un chalet solitario que hay algo más allá del embalse de Serones y que domina desde una loma la masa de agua. Allí me di la vuelta y, un poco más abajo, coincidí con un integrante del Caloco al que no conocía y que resultó ser el Presidente del mismo. Volvimos ya los dos juntos y a un ritmo muy tranquilo.


domingo, 6 de abril de 2014

El artículo de la entrada anterior, en un formato de más fácil lectura

Espero que aquellos que hayan tenido problemas para bajarse la imagen de la entrada anterior encuentren más sencilla esta forma de leer el artículo de Ciclismo a Fondo:
http://issuu.com/sophiementer/docs/art__culo_ciclismoafondo

miércoles, 2 de abril de 2014

Mis orígenes como ciclista





































Para aquellos que deseen saber cómo fueron mis inicios en el ciclismo, subo esta entrevista que me hizo en septiembre Sergio Palomar para la revista Ciclismo a fondo, que publico con su autorización. Hay que hacer clic en la imagen de la siguiente manera para que se descargue a un tamaño que permita leer el texto:
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